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Carta del Tarot: El Carro

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TAROT: “EL CARRO”

Aunque el nombre de la lámina es El Carro, yo prefiero centrarme en el personaje, o sea la persona que conduce el carro, ya que el carro es un objeto. Por lo tanto para mi es El Héroe, El Luchador, El Conquistador, El Agresivo. En todos los casos existe un enorme dinamismo y energía intensa que se proyecta hacia delante con ímpetu y sin amedrentamiento.

Este Arcano expresa la idea de lucha y batalla, pudiendo ser esto en diferentes planos, desde lo espiritual-elevado hasta lo material-mezquino. Todo lo que representa arrojo para afrontar un riesgo y las dotes necesarias en situaciones delicadamente peligrosas, están presentes en este Arcano.

El control de las energías externas a partir de una fuerte disciplina interna, es fundamental para que El Carro no se desvíe de la ruta, ni vuelque en una desajustada maniobra. Por eso en ocasiones este Arcano es denominado “El Triunfo”. Ello abarca la victoria espiritual conseguida después de mil y un sacrificios que conducen, tras un desierto que se ha cruzado, al lugar llamado Tierra Prometida.

Sin embargo, igualmente el Arcano 7 representa la violencia para conseguir objetivos de ambición personal, no importando el daño que se pueda causar a otros, sino sencillamente vencer al enemigo para someterlo y apartarlo como posible impedimento cara al poder que se persigue. Si es necesario arrojarlo todo al paso, ningún principio moral va a impedir que se ejecute el imperativo del instinto animalizado interior.

El Héroe Conquistador es el que forja las victorias y los logros con la firmeza de su brazo, el ardor de su corazón y la claridad de su mente. No gusta de situaciones cómodas ni estabilizadas, sino que ansía nuevos terrenos donde todo esté salvaje para comenzar de nuevo, con todos los ingredientes de la aventura, a forjar el hierro a golpe de yunque y martillo.

Se considera al signo zodiacal El Carnero como regente de este Arcano. Este signo es el de los líderes natos que arrastran y tiran hacia delante con fuerza, el de los militares que se enfrentan con energía al enemigo, el de los sujetos competitivos que persiguen logros y victoriosos resultados con osadía, el de los personajes agresivos que se lanzan a su próxima escena con suficiente odio, y el de los guías espirituales que conducen con soberbia intuición e idealismo a su pueblo al lugar correcto.

El Héroe Conquistador es el que con una enorme fortaleza interna puede conducir el Carro del Dinamismo y de la individualidad hacia el ideal que persigue.

Cómo poder mantener la cabeza bien alta, la mirada digna y las manos certeras mientras un enorme campo de batalle ruge a su alrededor, es cosa solo de un ser entero, forjado en las experiencias, lleno de plenitud y de vida, apasionado y a la vez controlado en emociones, de ideas que sobre todo aspiran a la verdad, de impulsos guiados por lo superior, de energías sin límites que rompen las mayores rutinas y monotonías, de vista sagaz que intuye la traición y escudriña inesperadas salidas entre los mas soberanos impedimentos ….. y así muchas cualidades que hacen que, el Héroe Conquistador, pueda salir adelante y guiar a otros por donde ninguno se atrevería jamás a pasar.

La Ley del Sacrificio intenso, genuino y prometedor queda bajo la tutela de este Arcano, pues aun teniendo un temperamento fuerte que no se somete ni a tiranos ni a amenazas, es capaz de sacrificar placeres y comodidades personales cara a la victoria final. Puede discernir con nitidez cuánto hay que esforzarse en cada momento y para qué, dando por supuesto que él será el primero en poner el pecho al descubierto y asumir los mayores riesgos.

Tiene la virtud de controlar la intensidad de la energía haciendo que ésta no se desperdicie, se desborde ni degenere en agresividad descontrolada y estéril. Conserva el poder para mantenerse en su ideal a pesar de la degeneración y comportamientos bajos que tratan de detenerlo y, además, por su autodisciplina puede dar el lugar en cualquier momento a otro que jerárquicamente esté por encima de él, obedeciendo sus orientaciones.

A pesar de las afrentas, deslealtades, amenazas y zancadillas que intentan amedrentarle para refrenarle, él no duda en ningún momento que llegará al lugar acertado, lo cual no le induce nunca a confiarse y perder la integridad ni la alerta vigilante, necesaria y vital durante el combate.

No dejarse abatir, no perder la calma a y mantener la energía al borde de la piel, son actividades que nos introducen en la palabra clave El Luchador. Este a veces manifiesta un carácter irritable pero, por el desgaste de energía y pérdida de visión que ello supone, poco a poco va entendiendo que cualquier descontrol es síntoma de debilidad ante el enemigo, lo cual si germina y crece sería fatal para él y los que dependen de lo que se trae entre manos.

Ocasionalmente los dos caballos entran en lucha, uno por su lado generando cierto temor ante las apretadas circunstancias y, el otro, incitando a una rápida acción con vistas a un desenlace inmediato de la lucha, lo cual es peligroso porque ese sobre esfuerzo mal encaminado y orientado sería el fin. Hay en ese caso verdadero peligro, porque los dos caballos no se ponen de acuerdo. Una acción desenfrenada y con un ligero ingrediente de temor o inseguridad, es una mezcla desacertada.

Pero el guía del carruaje sabe controlar esas emociones y pensamientos, haciendo que sus brazos y manos manejen con seguridad las riendas, aunando de nuevo las fuerzas en ocasiones antagónicas de los dos corceles, el uno blanco y el otro negro. Disciplinar a los dos cuadrúpedos es clave en esos precisos instantes, cuando el terreno es mas escabroso y es preciso estar atento a muchas cosas a la vez, lo cual solo puede conseguir esa mezcla entre intuición e instinto. De todo hay que estar pendiente: la velocidad, el terreno, la dirección, el uso de las armas en sincronía con el manejo del carro, la meta a lo lejos ….. y mas. A veces todo se oscurece entre el humo y odios destructores, pero no se puede parar ya que, algo mas allá, el Sol volverá a relucir y todo se verá claro de nuevo. El Luchador, tiene un noble fin pero tampoco se anda con chiquitas a la hora de golpear con las armas del dinamismo, la osadía, la espontaneidad y la fortaleza de propósitos.

El agresivo, en cambio, tiene un inflado ego que se dispara hacia fuera basándose en un instinto físico poco pulido. Los conceptos de derrotar, vencer, competir, destruir e imponer, bullen continuamente en su mente.

En lo emocional, la falta de delicadeza y sensibilidad tumba cualquier tipo de relación humana cabal o armoniosa. El temperamento colérico e irritable predomina. La agresividad y la violencia son la expresión en la lucha por la supervivencia de algunas especies animales y no todas. La Ley del mas fuerte, ágil o astuto marca un sometimiento o jerarquización de unos individuos o especies sobre otros, quedando sometidos los débiles y desamparados. De ahí, la madera de dictador activo de la psicología del Agresivo. El factor moral queda bastante de lado y ya no se puede hablar de una lucha digna, justa y caballerosa, sino de un desquite en el que todo vale para obtener la derrota y sometimiento del enemigo.

Arrollar y arrasar son las funciones de un carro semi-desbocado en el que si bien puede estar guiado con firmeza hacia la meta, al mantener la dirección no se tiene en cuenta en absoluto qué o a quién se puede pisar en esta desenfrenada carrera. A Golpe de látigo se aumenta la potencia ofrecida por los dos caballos y, durante los momentos álgidos de la carrera, todo el ser esta unificado en torno al instinto animal. Puede que pase victorioso por debajo del arco de triunfo pero, por haber violado con su destructividad las leyes de la vida, el ego instintivo se va a ver frenado por unas leyes universales que son justas y en ocasiones tajantes.    

Esta claro que el empuje, el arrojo, la fuerza y el poder de ataque son energías considerables, pero en el Universo cada energía o ley esta sometida a otra de orden superior: “Quien a hierro mata a hierro muere” “ojo por ojo y diente por diente” Esas pueden ser las consecuencias kármicas de actos irreflexivos, tiránicos y que no respetan ni la individualidad humana ni la vida en general. Los dos corceles no solo indican la necesidad del equilibrio entre energías externas e internas, sino el manejo de la polaridad acción-reacción, acto-consecuencia… karma en definitiva.

Por Elisa de la Torre

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